Ha habido días en que mi principal función ha consistido en quedarme en casa para recibir un paquete.
- No quería ir a la biblioteca a estudiar.
- Ni a un interesante evento.
- Ni a tomar un café.
- Ni a dar un paseo.
El paquete llegaba por la mañana. Y mi vida se paralizaba en torno a recibirlo.
Cuando no trabajas, dejas de tener referencias sobre tu rendimiento, tu utilidad. No significa que el trabajo sea la única fuente para proporcionarlas, pero sí es una muy rápida, visible y efectiva.
- Formas parte de un equipo.
- Cobras a fin de mes.
- Entregas informes.
- Te los revisan.
Como señala Mihaly Csikszentmihalyi, “sin el objetivo y los desafíos que normalmente proporciona un trabajo, solo una rara autodisciplina puede mantener la mente lo suficientemente enfocada como para asegurar una vida significativa.»
Sin trabajo, buscas continuamente indicadores que den sentido a tu día: la recogida de los niños del cole, la declaración de la renta, abrir la puerta al fontanero…
Pierdes la perspectiva.
Cualquier tarea puntual y secundaria adquiere una importancia desmedida. Un intento de cubrir ese vacío de sentir que no estás contribuyendo a la sociedad, aprovechando tu potencial, desarrollándote.
Si tu día gira en torno a recibir un paquete:
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