Cuando me pide una clienta que le ayude a tomar una decisión, tengo que morderme la lengua para no soltar un “¡A buena le has ido a preguntar!”
Jajaja, como perfeccionista en recuperación, la búsqueda de la solución perfecta me ha mantenido, a menudo, enredada en los pantanosos terrenos de la indecisión.
Menos mal que el coaching no se trata de ofrecer soluciones, sino de ayudarte a encontrar las tuyas.
Para ello resulta útil:
1️⃣ Entender algunas de las principales estrategias de toma de decisiones:
- Racional, con listas de pros y contras
- Intuitiva, basada en instinto o sensaciones corporales
- Guiada por tus objetivos o valores: ¿Qué te acerca más a ellos?
- Prospectiva: ¿De qué te arrepentirás/estarás orgullosa en 10 años?
2️⃣ Repasar cuáles te han funcionado bien en el pasado. Piensa en una decisión difícil que hayas tenido que tomar hace tiempo y analiza cómo llegaste a ella, qué te ayudó a decidir y qué podría ser de utilidad en la actualidad.
3️⃣ Explorar diferentes perspectivas. A veces, necesitas ampliar tu visión y considerar escenarios alternativos, para ver con más claridad. Puedes imaginar a personas que admiras tomando la decisión o visualizar los efectos de la misma desde varios prismas.
4️⃣ Rebajar la presión. La propia tensión de decidir puede bloquearte. No hay alternativa perfecta, ni universos paralelos a los que volver para cuestionar nuestras elecciones. Como me dijo una amiga recientemente, “decisión tomada, decisión acertada”.
¿Te cuesta elegir? ¿Tienes una decisión que te ronda la cabeza y te mantiene bloqueada? ¿De qué herramientas dispones para tomar la decisión? Si quieres, puedo ser una de ellas.