La envidia tiene muy mala fama. Y damos rodeos insospechados, con tal de evitar reconocer la realidad: a veces, tenemos envidia. Si llevas años acompañando a tu pareja en sus diversos puestos en el extranjero y te da envidia profesionalmente, haz esto:
1. IDENTIFÍCALA. Llámala por su nombre
Es mejor reconocer la envidia, que dejarla oculta. Porque reaparece. Pero, de formas más complicadas para la relación de pareja. Por ejemplo, como reproche: “Claro, como tú no has tenido que dejar 4 trabajos”, “Tú siempre progresando profesionalmente y yo estancada…” “¿Y qué será de mi pensión?”. En el fondo, lo que llevas dentro es envidia de la estabilidad y evolución profesional de tu pareja. Es normal.
2. APROVÉCHALA. Úsala como guía
La envidia es como un faro, una guía, que apunta más a tus carencias que a cualquier otra cosa. Quieres lo que esa persona tiene o no quieres lo que esa persona no ha tenido que hacer. Quieres evolucionar profesionalmente, independencia financiera, colegas de trabajo, proyectos de equipo. No quieres dejar empleos que te gustan, ni actualizar el cv regularmente, ni constantes entrevistas de trabajo. Si sabes mejor lo que quieres (o lo que no quieres), puedes ponerte en acción para alcanzarlo. Cuanto más específica seas, mejor.
3. RELATIVÍZALA. Indaga en las zonas grises
La realidad suele ubicarse en las zonas grises que, a menudo, ignoramos. La situación de la persona envidiada también tiene dificultades (precisamente, la culpa que acarrea porque, en ocasiones, tu carrera profesional se estanque). Y la tuya, ventajas. Piensa en los idiomas que has aprendido, los contactos que has desarrollado y lo que te han aportado los cambios y las experiencias profesionales diversas.
Las emociones pueden trabajarse cuando están sobre la mesa y no debajo de la alfombra. Si quieres desarrollar un plan de acción para aceptar, aprovechar y relativizar tu envidia y alcanzar nuevos objetivos profesionales, me encantará ayudarte.