Hace tiempo, escuché una declaración de Emma Thompson en una rueda de prensa en la Berlinale. ¡Me encanta esa mujer! Cuenta que enfrentarse al espejo ante su cuerpo desnudo, sin moverse, sin disimular, sin meter tripa, aceptando lo que ve… es “lo más difícil” que ha tenido que hacer en su vida.
Y en dos minutos, en una frase, la actriz ganadora de premios Emmy, Globo de oro y Óscar no es ella. Eres tú. Soy yo. Es una mujer vulnerable desnuda, intentando aceptar la imagen que refleja el espejo. Conectas con esa imagen y ese espejo y ese difícil reto de aceptación. Conectas con su vulnerabilidad.
Reinventarse profesionalmente requiere una alta dosis de vulnerabilidad y por eso es tan difícil. Te despojas de la experiencia, de la formación, del supuesto estatus (que a saber qué es eso y qué lo da). De la espesa capa de protección que has ido formando a lo largo de los años y que te da una falsa sensación de control.
Empiezas de cero, sin coraza. Desnuda, como Thompson se mira al espejo. Da miedo. Requiere trabajo y aceptación. Entender quién eres, qué quieres, por qué. Requiere valor.
Pero cuando superas todas esas fases iniciales, cuando consigues descubrir una vía coherente con tu identidad y tus metas y te atreves a ser vulnerable, hay un punto de no retorno, de claridad y, aún más importante, de CONEXIÓN con quien te rodea. Porque desde la autenticidad, es infinitamente más fácil conectar contigo.
Siempre es bueno tener acompañamiento en este proceso. Para no quedarte a medias. Para no sucumbir a la vergüenza, qué dirán, no me atrevo, soy muy mayor, me voy a morir de hambre;-) Si quieres ayuda, puedes contar conmigo. Y, si no quieres reinventarte, pero buscas trabajo en tu profesión habitual, también. Que yo, por menos de nada, te animo al cambio. Jajaja, lucho contra las inercias….