Hace unos días, le pregunté a mi marido qué opinaba de un artículo que yo había escrito.
Es diplomático. Fuera de casa y dentro. Así que sabe sortear peligros… “No tiene la genialidad de algunas idas de olla que escribes, pero está bien” contestó.
Me obsesiona la genialidad de las personas.
Así que me quedé pensando en esas idas de olla…
¿Qué nos diferencia de la gente? ¿Qué podemos aportar que no aporta el resto? ¿En qué somos más auténticos?
🔎 La principal pista se encuentra en aquellas etiquetas que arrastramos desde pequeños. Aquellos “demasiado o demasiado poco” con que nos intentaron homogeneizar y devolver al rebaño para que encajáramos y no llamáramos la atención.
Las mías las tengo claras:
🏷 “Me como demasiado la cabeza”
🏷 “Soy demasiado sensible”
Durante muchos años, intenté disimular ambas. Pero escondiéndolas, escondía mi esencia. Probablemente también mi genialidad.
¿Y tú? ¿De qué tienes “demasiado”’ ¿O “demasiado poco” ¿Y si residiera ahí tu genialidad?