Cambiar de carrera profesional genera miedo e inseguridad.
Nos recordamos la edad que tenemos y que ya “deberíamos estar más asentadas”. Repasamos mentalmente todas las desgracias que pueden ocurrir por el camino, si llevamos a cabo el cambio. Tachamos nuestro nuevo proyecto de afición o de irresponsabilidad. Y, quizás lo que más pánico nos da, imaginamos la cara de nuestros familiares, amigos y conocidos, al escuchar la noticia.
Los miedos e inseguridades pueden no desaparecer nunca del todo. Pero se aprende a convivir con ellos, a darles menos importancia y a disfrutar de la transición.
Una mudanza y un nuevo destino son un buen momento para plantearte un cambio de carrera profesional. Y es que, a pesar de las dudas y temores, el cambio te aportará:
- Aprendizaje y desarrollo. Volverás a esa etapa junior de curiosidad y enriquecimiento. Y a la satisfacción que conlleva.
- Aceptación. Si no sabes muy bien por qué elegiste tu carrera inicial, o has cambiado de intereses, tu nueva orientación tendrá más en cuenta quién eres tú ahora, tus habilidades y necesidades.
- Liberación. Te liberarás de presiones y estándares sociales. Pero, lo que es más importante, te liberarás de tus propias presiones y ancladas expectativas.
- Apertura y tolerancia. Abriéndote a tu cambio profesional, te abrirás al cambio en general: a iniciar aficiones y a interesarte por nuevas iniciativas ajenas.
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