Soy de esa especie en extinción que, si salgo por la puerta delantera del autobús, digo adiós y doy las gracias al conductor.
Quizás por amabilidad, o por mi tendencia “bienqueda” o por la inalcanzable fantasía de que el conductor (y, de paso, mi fallecido padre) llegue a quererme incondicionalmente.
Qué grata sorpresa cuando, el otro día, el conductor me miró a los ojos y me dijo sonriendo: “Adiós. Gracias a ti”.
Me encanta descubrir a esas personas a las que les gusta lo que hacen y escudriñar los indicios que proyectan:
✅ Ven y escuchan al cliente.
✅ Creen en la utilidad de su trabajo.
✅ Van más allá de funciones estandarizadas.
✅ Introducen siempre una perspectiva humana.
Igual que hay señales de que sí, también hay claras alarmas de que no. Síntomas de amargura, quemazón o resistencia. Ahí no es cuando:
❌ Tu lado humano solo sale al llegar a casa.
❌ Te limitas a hacer lo mandado.
❌ Tu trabajo te parece inútil.
❌ Te da igual tu cliente.
Si estás desorientada laboralmente y buscas un trabajo que te haga sentir más realizada, hablemos.
A mí, me motiva ayudarte. 💫