Mi padre falleció el año pasado, tras una larga y dura enfermedad. De hecho, siento que ya se había ido mucho antes…
Durante toda su vida, destacó por su brillante trayectoria profesional.
Y, sin embargo, al irse, la huella que dejó fue otra.
Me emociono recordando a mi padre recitar el poema «Palabras para Julia» de José Agustín Goytisolo:
“Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.”
De la gente que se nos va, nos queda la humanidad, la individualidad, la esencia, la emoción, las pasiones.
Todo aquello que, a veces, nos empeñamos en ocultar o disfrazar.
¿Quién eres? ¿Qué te gusta? ¿Qué te conmueve?
No escondamos tanto.
Tomemos consciencia de lo que nos apasiona y de la huella que queremos dejar.